Día Mundial de la Salud Mental: Cuando los discursos ya no bastan
#Tintamanchega reflexiona sobre un derecho fundamental sobre el que, aún, hay mucho que decir

Salud Mental en crisis / #Tintamanchega

by | Oct 10, 2025 | #ATinta

La salud mental en España se ha convertido en un terreno minado donde las buenas intenciones chocan con la precariedad de recursos, los trámites interminables y una burocracia excesiva.

Hoy quiero abrir un melón que está habitualmente en boca de todos los líderes políticos y de opinión, la salud mental. Aunque algunos partidos creen haber abierto este tema, la realidad es que la foto que realizan de esta situación parece más una mala caricatura hecha por una IA en otro idioma, que la realidad abierta en canal de las personas que vivimos y lidiamos con problemas reales.

Mutuas, médicos, seguros, vigilantes autonombrados, bajas y engaños en un sistema agresivo creado para que el que tiene problemas reales, tenga que pasar su padecimiento teniendo que someterse a un escrutinio constante. Puede parecer una visión pesimista de la situación, pero nada más lejos de la realidad.

Hay algunas personas que se aprovechan de la creciente concienciación con la salud mental, y otras que tratan al demandante de ayuda para “cuestiones más leves” como “débiles”, pero quien de verdad está en este camino de espinas, no puede salir perjudicado por la falta de escrúpulos y sinvergonzonería de estas personas que banalizan una situación creciente.

Hoy, Día Mundial de la Salud Mental, debemos parar un momento a pensar sobre esta realidad que sufren nuestros iguales, nuestro vecinos y vecinas, o algunas de las personas que puedan estar leyendo este texto.

Un acercamiento a la Salud Mental

Según la Organización Mundial de la Salud, la salud mental “es un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad”. Pero, la OMS apunta algo mucho más importante, es un “derecho humano fundamental”.

En Castilla-La Mancha la salud mental no es una estadística fría, sino una realidad que golpea cada día. El propio Plan de Salud Mental 2018-2025 de la Junta de Comunidades ya advertía de la falta de recursos y de la necesidad urgente de reforzar la atención psicológica y psiquiátrica en la región.

Pero las cifras más recientes muestran hasta qué punto este problema está presente en nuestras vidas. Solo en 2023, 160 personas fallecieron por suicidio en Castilla-La Mancha, de ellas 30 en la provincia de Ciudad Real, tal y como publico eldiario.es en 2024.

La situación es especialmente preocupante entre la juventud. El País publicaba en febrero de este año que, según datos de la Red PROEMO que en 2025 reunió a siete universidades en un estudio conjunto, en España hay más de un millón y medio de adolescentes de entre 12 y 18 años que ya conviven con situaciones de ansiedad o depresión, o presentan un alto riesgo de sufrirlos. Eso es, aproximadamente, un 30 % de los menores de 18 años de nuestro país. Un reflejo de que las nuevas generaciones no solo cargan con un futuro incierto, sino también con un presente marcado por el malestar emocional.

Ademas, a nivel internacional, la hoja informativa “Mental Health of Adolescents” de la OMS publicada el 1 de septiembre de 2025 establece que entre el 4,1 % y el 5,3 % de los jóvenes padece trastornos de ansiedad, una tendencia que preocupa ante el creciente uso del teléfono móvil como eje de la vida social juvenil.

Salud Mental: Un terreno minado

A pesar de estos datos, la salud mental en España se ha convertido en un terreno minado donde las buenas intenciones chocan con la precariedad de recursos, los trámites interminables y una burocracia que parece diseñada más para controlar que para cuidar.

Los discursos públicos hablan de empatía, de prioridades, de avances, pero la experiencia cotidiana de quienes buscan ayuda suele ser bien distinta: listas de espera interminables, tratamientos farmacológicos como única respuesta rápida, profesionales saturados y en malas condiciones, y un sistema agresivo para el paciente que, en demasiadas ocasiones, confunde la atención con la contención.

No se trata solo de números o estadísticas, sino de vidas. De personas que se levantan cada día enfrentándose no solo a su situación, sino también a un entramado institucional que a menudo les revictimiza. Y mientras tanto, se utilizan estas carencias como munición política, como eslóganes de campaña, sin un compromiso real de reforma.

Hablar de salud mental en España hoy debería ser hablar de dignidad, de cuidados y de derechos. No basta con reconocer el problema, ni con destinar fondos que rara vez llegan a quienes más lo necesitan.

Hace falta un cambio cultural: entender que pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de valentía; que acompañar no es vigilar, sino estar presentes; que la salud mental no se arregla con titulares, sino con políticas valientes, con recursos suficientes, y con un verdadero respeto a las personas y a los profesionales de la salud.

La salud mental no puede esperar más: no es un lujo, es un derecho humano fundamental.

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