De nuevo, este octubre, cada rincón de la provincia de Ciudad Real se viste de rosa. Las calles, los balcones y los rostros se iluminan con un mismo mensaje: esperanza. Pero este color, tan vibrante y lleno de mensaje, también encierra una verdad incómoda. Detrás de cada lazo, hay historias de lucha, de valentía, y también de espera. De mujeres que siguen reclamando algo tan básico como el derecho a ser vistas, escuchadas y cuidadas a tiempo.
Este 19 de octubre, Día Internacional del Cáncer de Mama, no basta con teñir las fachadas. Hace falta mirar de frente una realidad que, aunque duela, necesita ser contada con toda su fuerza: la detección precoz salva vidas, pero no todas las mujeres en España están accediendo a ella en igualdad de condiciones.
En nuestra tierra, AMUMA, la Asociación de Cáncer de Mama y Ginecológico de Ciudad Real, se ha convertido en el altavoz de esa esperanza. Su trabajo constante demuestra que la lucha contra el cáncer no se libra solo en los quirófanos, sino también en la calle, en las redes de apoyo, y en la voz colectiva que no se resigna.
Este 2025, AMUMA ha vuelto a movilizar a miles de personas en su XI Marcha Rosa, un río de camisetas y abrazos que recorrió las calles recordándonos que cada paso cuenta. Y este 19 de octubre, su VI Tarde Rosa volverá a llenar la Plaza Mayor de Ciudad Real de música, solidaridad y emoción. Pero la capital no se quedará sola en este día. Muchas ciudades y pueblos de La Mancha llenarán sus plazas para mirar a la cara a una realidad que aún hoy muchos no parecen tomarse en serio. Ciudad Real puede sentirse orgullosa de ser ejemplo de compromiso de la ciudadanía, de empatía y de acción.
Mientras tanto, en otras partes del país, la realidad es más dura. En Andalucía y la Comunitat Valenciana, miles de mujeres no fueron citadas para su mamografía o tuvieron que esperar meses para recibir los resultados. Algunas murieron esperando, según ha afirmado AMAMA.
Los programas de cribado; la herramienta más poderosa para detectar el cáncer a tiempo; se vieron envueltos en errores administrativos, falta de personal y negligencias que hoy indignan a toda España.
Y las asociaciones, como AMUMA y tantas otras, alzan la voz con fuerza: el derecho a la salud no puede depender del código postal. La detección precoz no puede estar sujeta a recortes, ni a burocracia, ni a olvido. Cada día que se retrasa un diagnóstico, la enfermedad avanza. Y cada mujer que no es llamada a su revisión es una oportunidad perdida para salvar una vida.
Desde Ciudad Real, desde Castilla-La Mancha y en cada rincón de este país, se alza una voz que trasciende nombres y siglas. Una voz que pide un sistema de detección más justo, con protocolos claros y homogéneos en todo el país; que reclama más profesionales y medios para evitar demoras que pueden costar vidas; que sueña con una atención equitativa, sin diferencias entre territorios; y que recuerda la importancia del apoyo emocional, social y laboral en cada etapa de la enfermedad.
Sobre todo, esa voz exige transparencia y responsabilidad: que ninguna mujer vuelva a sufrir por un error, una lista de espera o un silencio administrativo. Porque detrás de cada lazo rosa late una historia que merece ser atendida a tiempo, con dignidad y con humanidad. No se pide caridad, se exige justicia y humanidad.
El rosa es más que un color. Es el símbolo de un pacto social y un compromiso entre instituciones, sanitarios y ciudadanía. En Ciudad Real, ese pacto se renueva cada año gracias a AMUMA, gracias a quienes caminan, donan, acompañan o simplemente no se rinden. Pero este año hay que gritar más fuerte. Porque, aunque “algunos” no se lo hayan tomado en serio en “ciertas” comunidades autónomas; y lo que nos queda por saber; con el cáncer, ni una broma. Y esto necesita soluciones ya, porque mañana puede ser tarde.
Por las que luchan, por las que ya no están, y por las que vendrán. Porque la lucha contra el cáncer de mama no termina con una mamografía: empieza con el respeto y la empatía. Con la convicción de que ninguna mujer debe enfrentar sola su batalla, ni ser víctima del silencio o la desidia. Este octubre, recordémoslo: Nuestras vidas importan. Todas. Sin excepción. «No nos vamos a rendir»
