Nota del Día: La información como motor del desarrollo
La verdad, el pensamiento crítico y el acceso equitativo siguen siendo los pilares del progreso social

La información y el conocimiento, bases del desarrollo global / #Tintamanchega

by | Oct 24, 2025 | #ATinta

Cada 24 de octubre se celebra el Día Mundial de Información sobre el Desarrollo. En un mundo saturado de datos, este recordatorio cobra más sentido que nunca: solo la información veraz, plural y accesible puede generar sociedades libres y justas.

En un mundo saturado de datos, la información se ha convertido en el nuevo eje del desarrollo humano. No es casual que cada 24 de octubre, el mundo conmemore el Día Mundial de Información sobre el Desarrollo, instaurado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1972.

La fecha coincide con la entrada en vigor de la Carta de las Naciones Unidas, símbolo de cooperación internacional y esperanza colectiva. Su objetivo sigue estando vigente: recordar que la información, cuando se usa con propósito y ética, es una herramienta poderosa para transformar la realidad.

Vivimos en una era donde la información abunda como nunca antes. Millones de datos circulan a diario, las noticias viajan en segundos y la inteligencia artificial multiplica nuestra capacidad de producir conocimiento. Sin embargo, paradójicamente, nunca fue tan difícil distinguir entre lo cierto y lo falso, entre lo relevante y lo trivial. La llamada infoxicación, esa saturación de datos que confunde más de lo que aclara, amenaza con vaciar de sentido el valor mismo de la información.

Y, sin embargo, la información sigue siendo la base del desarrollo. Allí donde los datos son accesibles, las decisiones son más justas. Donde hay transparencia, florece la democracia. Cuando el conocimiento se comparte, se amplían las oportunidades. La información empodera. Permite que una comunidad rural acceda a tecnologías agrícolas, que un joven estudie a distancia, o que una sociedad fiscalice a sus gobernantes. Pero solo la buena información empodera.

Pero este poder no está distribuido de manera equitativa. La brecha digital, esa distancia entre quienes tienen acceso a las tecnologías y quienes no, sigue siendo una de las grandes injusticias del siglo XXI. Millones de personas carecen aún de conexión, de alfabetización digital o de medios para acceder a la información pública. En un mundo donde el saber es riqueza, la exclusión informativa se convierte en una nueva forma de pobreza.

En España, la transformación digital avanza, pero no de forma uniforme. Mientras las grandes ciudades disfrutan de infraestructuras tecnológicas avanzadas, en zonas rurales, como algunas de la provincia de Ciudad Real, el acceso a internet sigue siendo irregular. La información, en estos casos, no solo es un derecho: es también una herramienta de cohesión territorial. En nuestro entorno, hablar de información es hablar también de oportunidades: la conectividad, la formación digital y el acceso a medios públicos son piezas clave para un desarrollo equilibrado.

Las universidades, los centros educativos y los medios locales tienen un papel esencial en este reto. No solo transmiten conocimiento, sino que enseñan a pensar críticamente, a contrastar y a comprender el valor ético de la información.

La pandemia, la crisis climática o los conflictos internacionales han demostrado que la calidad de la información puede marcar la diferencia entre la cooperación y el caos. Hoy, una noticia falsa puede expandirse más rápido que una política pública bien planificada.

En el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la información ocupa un lugar transversal: sin acceso a datos, sin educación mediática y sin transparencia institucional, ningún objetivo, ni el 4 (Educación de calidad), ni el 10 (Reducción de desigualdades), ni el 16 (Instituciones sólidas), puede alcanzarse plenamente.

No basta, sin embargo, con tener acceso a la información si esta está filtrada por unos pocos. En España, como en muchas partes del mundo, el poder mediático y tecnológico se concentra en grandes corporaciones que moldean la opinión pública y deciden qué temas merecen atención y cuáles quedan relegados al silencio. La información no puede ser un privilegio ni una mercancía; debe ser un derecho efectivo y plural.

En tiempos de polarización, la información se ha convertido también en arma política. Se manipulan los hechos, se distorsionan los contextos y se siembra desconfianza en la ciudadanía. Cuando la información se usa para dividir, deja de ser motor de desarrollo y se convierte en obstáculo para la convivencia democrática.

En demasiadas ocasiones, los grandes titulares sustituyen al análisis, y la inmediatez vence a la veracidad. La sociedad de la información corre el riesgo de convertirse en una sociedad del ruido. Sin pensamiento crítico ni periodismo de calidad, el exceso de información puede ser tan dañino como su ausencia.

Vivimos además en una economía del dato, donde la información se ha convertido en el nuevo petróleo. Las plataformas tecnológicas globales gestionan nuestra atención como un recurso comercial. La pregunta ya no es si tenemos información, sino si somos libres para usarla, compartirla o incluso comprenderla fuera de los márgenes que imponen los algoritmos.

Por eso, este día no debe limitarse a una efeméride al uso. Es una invitación a entender la información como un derecho humano y un bien público global. Los gobiernos deben garantizar el acceso abierto y la transparencia; los medios, ejercer su función con responsabilidad y rigor; los ciudadanos, formarse en pensamiento crítico para no ser presa de la desinformación.

El desarrollo sostenible no se logra solo con recursos económicos, sino con sociedades informadas, conscientes y participativas. La información, en su sentido más profundo, no es un fin: es el camino que une conocimiento, libertad y progreso.

También desde lugares como Ciudad Real se puede contribuir a ese desarrollo: promoviendo la educación digital, participando en medios comunitarios o simplemente ejerciendo el derecho a informarse y compartir con responsabilidad.

Porque informar también es desarrollar. Y en tiempos donde la verdad se disputa cada día, defender la información veraz, plural y accesible es, quizá, el mayor acto de desarrollo democrático que una sociedad puede emprender.

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