En Ciudad Real todavía quedan rincones donde la vida se parece a la de antes. Calles donde los vecinos se saludan por el nombre, donde las sillas vuelven a salir a la puerta cuando cae la tarde. En uno de esos lugares, el barrio del Pilar, la comunidad y la historia siguen marcando el ritmo diario.
“El barrio del Pilar es como un pueblo”, dice Carlos Moreno Márquez, presidente de la Asociación de Vecinos Barriada del Pilar. “Es uno de los barrios más antiguos de Ciudad Real, con casas bajas y gente que lleva toda la vida aquí. Te crías en la calle, y cuando llega el verano, si te invitan a cenar, no te llevan a su casa: sacan la mesa y las sillas a la puerta. Ese es mi barrio”.
“Siempre se ha dicho que el barrio está dividido por tres zonas”, explica. “Tenemos la parte más céntrica, la zona nueva de los pisos, donde está el Mercé y la Plaza de los Escultores, y la zona de la Esperanza. Por eso decidimos llamarlo Barriada del Pilar, porque todas forman parte del mismo barrio. A nivel de mapa y de registro son una sola unidad, y las tres hay que atenderlas sí o sí, desde la tontería más pequeña hasta las cosas más grandes”.
Esa división, lejos de separar, ha reforzado la identidad del Pilar. Cada zona tiene su ritmo y sus gentes, pero todas comparten la misma forma de vida de barrio: de comunidad, de conocerse y cuidarse unas a otras.
Carlos se considera parte de esa historia. “Jugábamos en la calle, sin móviles, sin tecnología avanzada. Nos entreteníamos con cualquier cosa. Y todavía hoy sigue pasando. Es un barrio muy trabajador, muy social y muy transparente. Si vienes nuevo, mañana ya saben quién eres. Y eso da seguridad. Los vecinos tienen que saber quién vive enfrente, quién pasa por su calle. Eso nos une”.
En el Pilar, los días se miden por rutinas compartidas. “Tenemos dos bares y una tienda de comestibles donde todas las vecinas se bajan. Esa tienda es como el confesionario de Gran Hermano, ahí se sabe todo. Si preguntas por alguien, te lo dicen rápido. Es un barrio de costumbres, donde a las siete de la mañana ya puedes tomar café sin salir de aquí”.
Esa unión vecinal se traduce también en organización. Desde hace más de veinticinco años, la Asociación de Vecinos ha sido el motor que impulsa los cambios del Pilar.
Una asociación para un barrio que transforma
Carlos Moreno ha explicado que la asociación de vecinos “antes se llamaba Virgen del Pilar. Con mi legislatura decidí cambiarle el nombre, porque el barrio se ha ampliado y hay que atender a las tres zonas”.
En este tiempo, la asociación ha sido motor de mejora y cohesión. “Han pasado dos presidentes y una presidenta que lucharon muchísimo por el barrio: a nivel social, económico y urbanístico. Si no lo haces, el barrio se queda atrás, como unas casitas de pueblo con tres calles contadas. Gracias a gente como don Pedro Pardo García, que consiguió que se construyera el actual centro social, hoy tenemos espacios que sin él no existirían”.
“El barrio del Pilar ha cambiado radicalmente en los últimos seis años. La estrategia EDUSI y las últimas reformas le han dado un lavado de cara, tanto social como económico”, explica Moreno.
Las obras no solo han mejorado las calles; también han cambiado la percepción del barrio. “Con la EDUSI se hizo mucho trabajo: la avenida Santa María de Alarcos, el nuevo centro que todavía se está viendo cómo aprovechar, la zona de Parkour, la plaza reformada, la plaza de la Basílica terminada, la nueva parada de autobuses, etc.” enumera Carlos con orgullo.
También recuerda otras mejoras recientes: “La calle Alcázar ya está asfaltada, el callejón que pronto tendrá nombre también, se han arreglado baches, se ha vallado el parque del Pilar y se han podado los árboles. Parece poco, pero eso también es importante”.
El barrio respira renovación, aunque Carlos no pierde de vista la realidad. “Soy consciente de que quedan cosas por hacer y Roma no se construyó en un día. Nuestra asociación es apolítica, trabajamos con quien quiera hacerlo por el barrio. Pero si hay que tirar de las orejas, se tira. Una asociación vecinal está para luchar y reivindicar”.
A pesar de los avances, el presidente mantiene una lista clara de prioridades. “Quedan muchas cosas por mejorar”, afirma. “Principalmente arreglar calles, porque al ser un barrio tan antiguo se desgastan. También pedimos más ocio, que se le dé más vida al barrio. Y que se sigan revisando los expedientes de las familias más vulnerables. Hay que mirar por todos”.
Las reivindicaciones no son solo materiales, sino también sociales. “Queremos que se mantenga la actividad, que el barrio no pierda movimiento. Que haya programas para jóvenes, actividades para mayores, y que todo el mundo tenga su sitio. El barrio del Pilar es de todos y para todos”.
Integración y orgullo
Más allá de las reformas, el Pilar ha sabido fortalecerse como una comunidad diversa y abierta.
En la Barriada del Pilar conviven vecinos y vecinas que representan una gran diversidad. “Aquí se incluye y se trabaja. Así lo resumo: incluir y trabajar”, dice Carlos.
Con respecto a la nutrida comunidad gitana, completamente integrada en el barrio y de la cual a veces se traslada una visión distorsionada, el presidente argumenta: “La comunidad gitana participa en la plataforma, asiste a reuniones y forma parte de las fiestas. La Pilarica de este año fue una gitana. La inclusión está porque se ha trabajado”.
A veces, explica, la imagen del barrio se ha visto distorsionada. “He tenido que llamar a ciertos medios porque publicaban noticias con imágenes del barrio que no tenían nada que ver. Eso mancha la imagen del Pilar y es injusto. Los vecinos leen, tienen internet, saben perfectamente cuándo algo no ha pasado aquí”.
El presidente reivindica también la diversidad. “Soy homosexual y no me oculto. El año pasado hicimos por primera vez el orgullo de barrio, con una carroza recorriendo las calles. Fue un proyecto asociativo y personal. El barrio del Pilar acoge todo, y eso es lo que más orgullo me da”.
Un barrio que no se detiene
Las fiestas patronales del Pilar y de San Cristóbal son el corazón del barrio, y ante esa actividad, el presidente ha reclamado: “Los barrios con fiestas patronales deben tener un poco más de peso, porque hay hermandades que trabajan todo el año para que salgan adelante. Es lógico darles importancia”.
El movimiento vecinal no se detiene durante el resto del año. “Tenemos baile de salón por las mañanas, talleres de memoria para mayores, programas con EmpuG para los jóvenes, torneos de fútbol, cursos, talleres. También repartimos juguetes a los niños más vulnerables. Cada barrio tiene su realidad, y nosotros la nuestra. Si somos un barrio humilde y lo llevamos por bandera”.
Las entidades colaboran activamente: EmpuG, las hermandades, la plataforma ciudadana, asociaciones privadas y los vecinos y vecinas. “Cuando fui presidente, mi objetivo fue unir puentes. Y eso seguimos haciendo: trabajar de forma conjunta, sumar y tirar para adelante. Porque en el barrio del Pilar no se para. Aquí todos remamos a una”.
El Pilar sigue siendo lo que siempre fue: un barrio trabajador, orgulloso y solidario. Donde la vida se construye entre vecinas y vecinos. “Que se vengan a vivir al barrio del Pilar. Somos gente humilde, trabajadora y transparente. Que conozcan su historia, sus bares, su centro social y a la Virgen del Pilar. Aquí siempre hay algo que compartir”.