Nota del Día: Corazón Minero
Donde la tierra habló primero al corazón que al horizonte

Minas de mercurio de Almadén / Repositorio Turismo de Castilla - La Mancha

by | Dic 4, 2025 | #ATinta

Ciudad Real recuerda hoy a los pueblos que forjaron su vida bajo tierra. Un corazón minero que aún late en la memoria y en la identidad profunda de nuestra Mancha.

Hoy, en el Día Internacional del Minero, La Mancha detiene el paso para celebrar su memoria profunda. Porque bajo esta tierra ancha, que parece vivir como oasis del tiempo entre almizcle, viña y horizontes limpios, hubo durante siglos un latido subterráneo que sostuvo a familias enteras y definió el carácter de muchos pueblos de nuestra provincia. La historia minera de Ciudad Real no es un pie de página: Es columna vertebral que aún se reconoce en la forma de hablar, de trabajar y de entender la vida en buena parte de nuestra comarca.

Hablar de minería en La Mancha es hablar de Almadén, la villa universal del mercurio, donde los castilletes son casi campanarios y donde cada familia puede recitar de memoria un árbol genealógico lleno de mineros. Es hablar de Chillón, de Almadenejos, de Saceruela, de Santa Quiteria, de los caminos que unían estos pueblos entre sí y con la gran mina que marcaba el ritmo de la vida. Allí, la jornada laboral no era solo un horario: Era comunidad, era costumbre, era una manera colectiva de sostener la vida. En las cocinas, en los patios, en los corrales, se compartía el cansancio, la esperanza y la certeza de que el esfuerzo de unos sostenía a todos y a todas.

El minero manchego fue siempre un trabajador recio, de palabra justa, de acción firme. La mina enseñaba a entenderse sin necesidad de grandes discursos. Bastaba una mirada al salir del turno para saber si el día había sido amable o difícil. Y en esos pueblos, donde las casas se apiñaban como quien comparte un secreto, se tejió una identidad orgullosa, seria y serena, que todavía hoy se percibe en la manera de ser de la gente.

La minería no vivía aislada, estaba integrada en una Mancha que, en superficie, continuaba su propio pulso. Mientras unos descendían a la profundidad, otros labraban las tierras o recorrían las calles encaladas. Las comarcas del Valle de Alcudia y del Campo de Calatrava convivieron siempre con la actividad minera, combinando el trabajo agrícola y ganadero con el ritmo marcado por la sirena de los pozos.

En Puertollano, ese gigante industrial que nació entre carbón, esfuerzo y modernización, miles de familias encontraron sustento y horizonte. Sus barrios, construidos alrededor de la actividad minera y posteriormente industrial, formaron una identidad colectiva que sigue viva, orgullosa de su origen y consciente de la importancia que tuvo esa industria para el desarrollo de toda la provincia.

Hoy, en esta jornada, no hablamos de nostalgias vacías ni de idealizaciones. Hablamos de memoria agradecida. Porque la minería en Ciudad Real fue sacrificio, sí, pero también progreso, fue arraigo y fue cultura. La vida social de muchos pueblos giraba en torno a la mina: Las fiestas, como las fiestas de la Virgen de la Mina o a Santa Bárbara, los oficios, las costumbres, incluso el modo de organizar la semana. Lo subterráneo marcaba lo cotidiano y lo hacía con una profundidad que aún hoy se nota en la manera de ser de la gente.

Honrar a los mineros manchegos es honrar una parte esencial de nuestra identidad. Es reconocer que, mientras la superficie mostraba viñas, olivares y caminos rectos, en el subsuelo se escribía otra historia igual de importante: la del trabajo duro, la del compañerismo, la del coraje silencioso que no pide aplausos. Una historia que hizo crecer pueblos, que educó generaciones y que dejó un legado que no desaparece aunque las jaulas ya no bajen a la tierra.

Así queda trazada la estampa minera, grande y pequeña, de nuestra provincia, formada por Almadén, Chillón, Almadenejos, Saceruela, Santa Quiteria, Puertollano, Mestanza, Hinojosas de Calatrava, Cabezarrubias del Puerto, Villamayor de Calatrava, Brazatortas, Solana del Pino, Abenójar, Cabezarados, Fuencaliente, San Lorenzo de Calatrava, Almodóvar del Campo, el histórico enclave de Minas del Horcajo, y esos otros pueblos donde, seguro, quedará algún corazón minero; nombres que juntos completan la geografía subterránea de Ciudad Real

Hoy La Mancha recuerda a quienes descendieron a la profundidad para levantar, con su esfuerzo, la vida en la superficie. A quienes hicieron de Ciudad Real una tierra más fuerte y más consciente de sí misma.

Porque la Mancha es también mina. Y en cada pueblo que la vivió, sigue latiendo la memoria de quienes sostuvieron nuestra historia desde lo más hondo de la tierra.

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