Nota del Día: No hay cuerpos equivocados. Intersex y el derecho a decidir
Hoy en #Tintamanchega nos acercamos a las personas intersex. Porque reconocer la diversidad corporal es reconocer la humanidad en todas sus formas

Cuerpos diversos, identidades múltiples, una misma dignidad: el derecho a ser sin miedo / #Tintamanchega

by | Oct 26, 2025 | #Manchactual

Las personas intersex nacen con cuerpos diversos, no con errores. Su lucha no es por ser “corregidas”, sino por decidir sobre sí mismas y vivir con dignidad. Este 26 de octubre, el Día de la Visibilidad Intersex nos recuerda que la justicia también empieza en el cuerpo.

Cada 26 de octubre se conmemora el Día de la Visibilidad Intersex, una fecha que busca romper el silencio histórico y médico que ha rodeado a las personas intersex. Es un día para reconocer que la diversidad corporal no es un error, sino una expresión legítima de la naturaleza humana.

¿Qué significa ser intersex?

Ser intersex no es una rareza ni una enfermedad, sino una variación natural del cuerpo humano. Una persona intersex nace con características sexuales, como cromosomas, gónadas u órganos genitales, que no encajan en las definiciones típicas de “masculino” o “femenino”. Estas diferencias pueden ser visibles al nacer o detectarse más adelante, durante la pubertad o incluso en la adultez.

Sin embargo, lo que suele marcar la vida de las personas intersex no es su biología, sino la violencia médica y social que enfrentan. Durante décadas, la medicina ha impuesto cirugías “normalizadoras” a bebés y niñxs intersex sin su consentimiento, con el fin de que sus cuerpos encajaran en una de las dos categorías del sistema sexo-género. Estas intervenciones, a menudo justificadas en nombre de la salud, la estética o el deseo familiar de evitar sufrimiento futuro, han supuesto graves vulneraciones de derechos humanos.

Estas prácticas vulneran derechos fundamentales porque se realizan cuando la persona aún no puede decidir por sí misma y no responden a una necesidad médica urgente. Se infringe así su derecho a la autonomía corporal, a la integridad física y psicológica y a la libre construcción de su identidad. Diversos organismos internacionales, como la ONU y la OMS, han señalado que estas intervenciones pueden considerarse tratos crueles o degradantes y han pedido a los Estados que las prohíban y reparen el daño causado.

En generaciones anteriores, a las personas intersex se las conocía comúnmente con el término “hermafroditas”, una palabra que hoy se considera inadecuada porque proviene de una visión médica y mitológica que no refleja la realidad humana. Las personas intersex no son “dos sexos a la vez”, sino individuos que nacen con características sexuales diversas, en sus genitales, cromosomas u hormonas, que no encajan en las categorías tradicionales de “hombre” o “mujer”. En la actualidad se usa el término intersex para hablar de esta diversidad con respeto y desde los derechos humanos, no desde la patología.

Historia y realidad intersex en España

La historia intersex en España ha sido, durante mucho tiempo, una historia de silencios y borrados. Durante gran parte del siglo XX, las personas intersex fueron invisibilizadas tanto en los registros médicos como en el discurso público, clasificadas bajo diagnósticos patologizantes como “trastornos del desarrollo sexual”. La medicina española, siguiendo los paradigmas internacionales de la época, aplicó intervenciones quirúrgicas y hormonales en bebés y menores intersex sin su consentimiento, con el objetivo de “normalizar” sus cuerpos según los estándares binarios de sexo y género.

A partir de los años 2010 comenzaron a surgir colectivos y activistas intersex que rompieron ese silencio institucional. Organizaciones como Brújula Intersexual, Chrysallis, Euforia Familias Trans-Aliadas y la Asociación Intersex de España (ADI) pusieron sobre la mesa una verdad incómoda: en los hospitales del Estado se seguían practicando cirugías no necesarias en bebés intersex, vulnerando sus derechos humanos fundamentales.

El año 2023 marcó un hito con la aprobación de la Ley para la Igualdad Real y Efectiva de las Personas Trans y para la Garantía de los Derechos LGTBI, que por primera vez reconoce de forma explícita los derechos de las personas intersex. La ley prohíbe las intervenciones médicas irreversibles en menores intersex hasta que puedan decidir por sí mismos y obliga a los poderes públicos a garantizar la formación del personal sanitario, educativo y jurídico en materia de diversidad corporal.

Sin embargo, el reconocimiento legal no ha eliminado las barreras reales. Las asociaciones intersex advierten que la implementación de la ley es desigual y que persisten la desinformación, el estigma y la medicalización. España ha avanzado, sí, pero el cambio cultural y ético necesario para respetar plenamente la autonomía corporal de las personas intersex aún está en construcción.

Una lucha por el derecho a existir

El movimiento intersex forma parte de una lucha más amplia por la autonomía corporal, la autodeterminación de género y la despatologización de la diversidad. Es un movimiento que cuestiona el poder de las instituciones que deciden quién es “normal”, quién merece atención y quién debe ser silenciado.

Desde una mirada interseccional y consciente, la causa intersex nos invita a ampliar nuestra empatía. No se trata solo de reconocer una identidad más dentro del espectro LGTBIQ+, sino de desmantelar las estructuras que regulan los cuerpos y las identidades desde la norma tradicional. Hablar de intersexualidad también es hablar de racismo, capacitismo, colonialismo y clasismo, todos sistemas que históricamente han decidido cuáles cuerpos son válidos y cuáles deben corregirse o esconderse.

Visibilidad con dignidad

La visibilidad intersex no es solo una bandera amarilla con un círculo violeta, aunque también lo es, y con orgullo; es una exigencia política y humana. Ser visibles significa recordar que detrás de esa bandera hay personas reales, con cuerpos diversos y con historias que merecen respeto, escucha y reparación.

La lucha por la visibilidad intersex reclama, ante todo, el fin de las intervenciones médicas no consentidas que durante décadas se han practicado para forzar a los cuerpos a encajar en un modelo binario. También exige que el sistema sanitario garantice una atención integral, libre de discriminación, donde las personas intersex puedan decidir sobre su propio cuerpo con información y autonomía.

La visibilidad implica, además, un compromiso educativo: enseñar desde las aulas que la diversidad corporal existe y es parte natural de la humanidad. Y, sobre todo, significa escuchar las voces intersex en primera persona, dejar que quienes han sido silenciadas cuenten sus experiencias y guíen los cambios necesarios para construir una sociedad más justa y empática.

Cerrar el binario, abrir la humanidad

El mundo no se divide en “hombres” y “mujeres”, y nunca lo hizo. Los cuerpos intersex nos recuerdan que la naturaleza no sigue nuestras categorías, sino que las desborda. La verdadera libertad no consiste en adaptarnos a los moldes, sino en reconocer y celebrar la infinita diversidad de lo humano.

Este 26 de octubre, más que visibilizar a las personas intersex, debemos escuchar, acompañar y transformar. La justicia intersex es justicia para todas las personas.

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