Nació en Ciudad Real como María del Pilar Robles Pérez, aunque el mundo la conoce como Lapili. Creció entre olores a vino y almizcle, veranos infinitos y esa mezcla de ternura y desparpajo que caracteriza a la gente de aquí.
Desde pequeña mostró una pulsión artística que desbordaba los márgenes: Primero el dibujo, luego la moda, después la música. Su paso por el programa Factor X y el estreno de ‘Muslona’, hicieron que su carrera despegara de forma meteórica, pero lo suyo iba mucho más allá del fenómeno viral.
Hoy es una artista multidisciplinar, cantante, performer y creadora visual, que ha hecho de su cuerpo y su identidad un acto político. En sus canciones conviven el aire del alma manchega con los ritmos del Caribe, el afrobeat y el dancehall, y su mensaje atraviesa una constante: Ser libre sin pedir permiso.
Con ‘Punani’, su nuevo tema, vuelve a la pista de baile con un mensaje claro: El cuerpo no se discute, se baila.
Lapili se emociona escuchar que en su forma de hablar se adivina su tierra. No lo había pensado, admite, pero lo siente cierto. “Pues me hace mucha ilusión que me digas que en mi forma de hablar se ve mi tierra presente, porque igual, es algo de lo que no soy tan consciente”, reconoce con una sonrisa.
Cuando reflexiona sobre qué papel juega La Mancha en su identidad artística y en sus letras, Lapili encuentra el ejemplo en uno de sus trabajos. “Creo que donde más se ven las influencias manchegas es en el EP ‘Llanto de secano’, donde fusioné música folklórica de aquí con otros estilos. Pero realmente mi sonido habitual tiene mucho más que ver con países africanos y caribeños que con España. Es la música que yo siempre he escuchado y la que más conecta con lo que yo soy en esencia”.
En su voz conviven sus ideas y alma con los ritmos del trópico. Su identidad musical se mueve entre la raíz y el mundo, entre la sequedad del paisaje que la vio crecer y la cadencia de los sonidos que la hacen vibrar.
Punani: «Habla de la fuerza femenina, no solo en carne, sino en energía”
Su obra está atravesada por el empoderamiento, la diversidad corporal y, sobre todo, por la alegría. Para Lapili, esa alegría también es una forma de revolución. “Totalmente, porque no hay mayor forma de control que el miedo. Cuando tú estás feliz y sientes alegría y gratitud por lo que eres, por lo que tienes y por lo que construyes, es mucho más difícil sentir miedo que si estás apático y desmotivado”.
Cuando habla de Punani, su tono se ilumina. El tema, que ya suena en todas partes, nace del deseo de mover, no de explicar. “Bueno, más que una declaración de libertad y placer, es un tema más por y para el baile”, afirma. “Es un reggaetón antiguo, inspirado en la época dorada de Héctor El Father, y habla de la fuerza femenina, no solo en carne, sino en energía”.
En cuanto al camino que la ha llevado hasta aquí, Lapili ha aprendido que la independencia no es solo una elección artística, sino una necesidad ética. Al imaginar una industria musical más justa y diversa: “Tiene que haber muchas más mujeres en los cargos de poder y muchas más personas trabajadas en el feminismo, en la igualdad y en el género. El gran problema en la industria musical, al igual que en este planeta, es el patriarcado”.
Sus palabras no son una consigna, sino la constatación de su experiencia. Mantenerse fiel a su identidad le ha permitido construir un proyecto sólido, aunque al margen de las estructuras tradicionales.
La alegría en su discurso se convierte en una manera de enfrentarse al mundo desde la gratitud y la fuerza.
Lapili: «Que sean valientes y fieles a lo que les da ganas de vivir»
A lo largo de su trayectoria, Lapili ha comprobado que ser diferente puede situar fuera del molde, pero también abre caminos. Hoy, su figura inspira a muchas chicas, chicos y chiques que buscan un espacio propio.
A quienes sienten que no encajan en los cánones del éxito o la belleza, les lanza un mensaje rotundo: “Que no existe un único camino, ni una única forma para el éxito, ni una única forma de ser lindxs. Que el mundo es mucho más amplio que lo que las redes o los medios muestran. Y que hay que equivocarse mucho y fallar mucho para acertar. Que sean valientes y fieles a lo que les da ganas de vivir”.
Lapili no canta para encajar, canta para desbordar. Su arte nace del cuerpo y del paisaje, de la mezcla entre la llanura y el pulso caribeño, del eco del tambor y el viento seco de su tierra. Es una artista que ha hecho de la honestidad su estética y del baile una forma de expresión.
En cada verso, en cada movimiento, lleva consigo una verdad, que ser de La Mancha también puede sonar a trópico; que lo local y lo universal caben en el mismo cuerpo; que no hay libertad más grande que la de moverse como una misma quiere.
En cada verso, en cada movimiento, lleva consigo una verdad, que ser de La Mancha también puede sonar a trópico; que lo local y lo universal caben en el mismo cuerpo; que no hay libertad más grande que la de moverse como una misma quiere.
Lapili no canta para encajar, canta para desbordar. Su arte nace del cuerpo y del paisaje, de la mezcla entre la llanura y el pulso caribeño, del eco del tambor y el viento seco de su tierra. Es una artista que ha hecho de la honestidad su estética y del baile una forma de expresión.
En cada verso, en cada movimiento, lleva consigo una verdad, que ser de La Mancha también puede sonar a trópico; que lo local y lo universal caben en el mismo cuerpo; que no hay libertad más grande que la de moverse como una misma quiere.
Eso, y no otra cosa, es Lapili: Una mujer que ha aprendido a convertir la esencia y el ritmo, en poder.
Desde Ciudad Real al mundo, su arte celebra el cuerpo, la alegría y la diferencia, sin miedo y sin permiso.
‘Punani’ ya suena Spotify, YouTube y Apple Music. Escúchala y deja que el ritmo te recuerde lo que es bailar sin miedo.